Relato de una “swiftie”: Cómo se vivió el primer concierto de Taylor Swift en Argentina

El primer concierto de Taylor Swift en Buenos Aires cautivó a miles con su música, su conexión con el público y su impecable organización, convirtiéndose en un evento inolvidable.
Concierto de Taylor Swift en Buenos Aires, Argentina

Chócale desde Buenos Aires Podía ser una tarde típica de noviembre en Buenos Aires, pero para mí y miles de fans, no era un día cualquiera. Estábamos a punto de presenciar el primer concierto de Taylor Swift en Sudamérica. La emoción era palpable desde que pisé el Estadio Monumental de River Plate, en Buenos Aires, un lugar que se convertiría en un espacio de sueños y melodías para más de 70.000 personas.

Desde las 15:00, en el ambiente ya reinaba la expectativa. A pesar de llegar una hora antes de la apertura de puertas, la fila para la Platea Sivori se extendía por varias cuadras. Yo, por mi parte, tenía mi entrada para el campo delantero izquierdo en mano. Se podía sentir la organización y la seguridad que reinaba en el lugar. Había un aire de buena onda, con gente sentada y conversando, creando una atmósfera festiva y tranquila.

Fanáticas en la previa al primer concierto de Taylor Swift en Argentina
Fanáticas en la previa al primer concierto de Taylor Swift en Argentina (Foto: Chócale)

Caminando hacia el frente de mi fila, pude conversar con algunas chicas que habían llegado desde las 10 de la mañana. Su perseverancia les había asegurado un lugar privilegiado en el concierto que Taylor Swift daría en la noche. Había personas de todas las nacionalidades: Si bien la mayoría eran de Argentina, también habían chilenos, peruanos, colombianos y uruguayos.

Mientras, las filas para las distintas ubicaciones se llenaban gradualmente. El comercio ambulante, ofreciendo desde alfajores hasta pintura facial, añadía color y sabor a la espera.

Foto: Chócale

La entrada al estadio fue un proceso fluido. A pesar de la aglomeración, todo estaba controlado y bien organizado.

Adentro, el escenario estaba listo para recibir a la estrella de la noche. Mientras esperábamos, la anticipación crecía. Los baños, aunque no en las mejores condiciones, eran tolerables y las filas para ellos no eran largas. Los puestos de hidratación eran un alivio bienvenido. Para comer, unas pizzas muy ricas nos acompañaron.

Dentro del estadio se vendían exquisitas pizzas por precios entre 4.000 y 4.500 pesos argentinos, poco menos de $5.000 CLP. (Foto: Chócale)

Taylor Swift aparece en el escenario: deslumbrante y puntual

Cuando finalmente comenzó el concierto, con puntualidad inglesa (20:45), todo lo demás desapareció. Taylor Swift apareció en escena, y el estadio explotó en júbilo. Vestida en un deslumbrante outfit rosa, nos introdujo en la “era Lover”. Fue un inicio mágico, con pétalos gigantes adornando el escenario y su voz llenando cada rincón del lugar.

La noche se convirtió en un viaje a través de las distintas eras de Taylor. Cada cambio de vestuario, cada nota musical, nos llevaba a un rincón diferente de su universo. Desde la nostalgia amarilla de “Fearless” hasta los tonos marrones de “Evermore”, cada momento era una revelación.

Lo que hizo esta noche única fue la conexión entre la cantante y su público. Sus palabras resonaban con una sinceridad abrumadora, contándonos sobre su viaje musical, sus aprendizajes, sus desafíos. Verla tocar frente a un piano rodeado de enredaderas y plantas, mientras compartía sus pensamientos sobre la pandemia y “Evermore”, fue un momento de intimidad colectiva.

La sorpresa de la noche fue cuando Taylor interpretó “The Very First Night” y “Labyrinth”, dos canciones que nunca antes había tocado en vivo. Su voz, combinada con el piano y la guitarra, creaba una atmósfera de ensueño que nos envolvía a todos.

Cada era tenía su encanto. “Reputation”, con su estética oscura y serpientes rojas, mostraba una faceta más audaz de Taylor. “Speak Now” y “Red” nos llevaron de vuelta a los días del country, mientras que “1989” y “folklore” destacaron su evolución como artista pop y cantautora.

El cierre con “Midnights” fue espectacular. El estadio, iluminado con tonos azul oscuro, creaba la ilusión de estar bajo un cielo estrellado. La puesta en escena de “Karma”, con un despliegue de luces y fuegos artificiales, fue el broche de oro perfecto.

Este jueves (y también el viernes 10 y sábado 11), Taylor Swift no solo regaló un concierto: entregó una experiencia que trascendía la música. Su habilidad para conectar con el público y hacernos parte de su mundo, fue lo que marcó la diferencia. Cada canción, cada palabra, cada mirada, nos hacía sentir como si fuéramos una parte esencial de su viaje. Quizás lo único que faltó fue un saludo para las miles de fanáticas que recorrieron cientos y miles de kilómetros desde otros países para verla.

*Antonia del Pedregal es directora comercial en Chócale. Para la redacción de esta crónica, se utilizaron los relatos en audio antes, durante y posterior al concierto, y un poco de tecnología.


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