La primera vez que Joaquín (17 años, Vitacura) apostó tenía solo 16 y estaba con sus amigos viendo la Copa América 2024. Era el entretiempo del partido entre Chile y Argentina, y mientras el marcador seguía empatado, el grupo decidió revisar cuánto pagaba el resultado.
“Apostamos cuatro o cinco lucas cada uno de nuestra mesada”, recordó. En total, cerca de $50 mil que perdieron minutos después, cuando Lautaro Martínez anotó en el 88' el gol de la victoria para Argentina. Pero esa derrota no los detuvo.
Esa experiencia marcó el inicio de una práctica que Joaquín, hasta ahora, mantiene con normalidad junto a su círculo de amigos. "Cuando estamos aburridos con mis amigos en el colegio, igual apostamos, por el meme”, comentó.
Con el tiempo, comenzaron a hacer pozos comunes y a apostar en partidos de Colo-Colo y Universidad de Chile, e incluso en ruletas online. “Todo al rojo, todo al negro y combinaciones. En eso apostamos harto”, señaló en conversación con Chócale.
Santiago (17 años, Las Condes) siguió un camino similar. “Empecé a apostar el año pasado por el 'Colo', con esos bonos que te dan por entrar en las páginas de apuestas”, dijo. A veces jugaba junto a su papá, que también era hincha del equipo, y más tarde lo hacía con sus amigos. También reconoció que en ocasiones lo ha hecho solo, “de aburrido”.
Santiago, al igual que Joaquín, calcula haber apostado alrededor de $200 mil, dinero que recibía como mesada y regalos de cumpleaños y Navidad. Según comenta, sus padres desconocen que suele apostar. “Si mis papás supieran que lo estoy haciendo, quizás no se lo tomarían muy bien, sabiendo que uso la plata que me dan para gastarlo en esto”, aseguró.
“Mientras uno esté consciente de lo que está haciendo, no es problemático”, reflexiona. Para él, apostar sigue siendo parte de una dinámica graciosa, casi de chiste. “Es entretenido, lo paso bien, nos matamos de la risa con mis amigos cuando a alguno le resulta o no”, comentó.
Los testimonios de Joaquín y Santiago reflejan una tendencia nacional. Según el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), 5 de cada 10 jóvenes ha apostado alguna vez, especialmente hombres de nivel socioeconómico alto entre 15 y 19 años. Además, 1 de cada 5 participó en apuestas deportivas durante el último año. Según un reciente estudio de la Corporación de Juego Responsable, la edad promedio de iniciación en las apuestas online es de 15,5 años.
Un fenómeno silencioso que avanza entre los menores
Los casos de Joaquín y Santiago no son aislados. Expertos y autoridades advierten que las plataformas de apuestas online —todas ilegales en Chile, a excepción de la Polla Chilena de Beneficencia y la Lotería de Concepción— han comenzado a instalarse como una práctica normalizada entre adolescentes, muchas veces dentro del entorno escolar y sin que los adultos lo perciban.
La facilidad de acceso, la ausencia de controles y el atractivo del juego colectivo están impulsando un fenómeno que crece de manera sostenida y silenciosa.

Desde la Defensoría de la Niñez reconocieron a Chócale que la problemática es real. Aunque no han recibido denuncias individuales, observan señales inquietantes.
El organismo destacó que 7 de cada 10 jóvenes cree que el Estado debería intervenir más en la regulación de apuestas deportivas online. Además, cerca del 70% considera que estas prácticas representan un riesgo para su grupo etario. Aun así, para este segmento acceder a estas plataformas siguen siendo algo sencillo.
Asimismo, especialistas en adicciones explicaron que, para menores de edad, el peligro es aún mayor. "La inmediatez y la recompensa, son uno de los factores más fundamentales en el desarrollo de la adicción al juego”, afirmó Miguel Ángel Lara, director técnico de la Agrupación de Jugadores en Terapia (AJUTER).
La psicóloga Stefanie Fischer reforzó este punto. “La dopamina que se libera al jugar es tremenda. Ocurre algo muy similar a la adicción a una droga”, advirtió.
Por ello, aunque adolescentes como Joaquín o Santiago crean tener control mientras participan, el funcionamiento del cerebro frente a la recompensa instantánea puede empujarlos a seguir jugando incluso después de haber perdido, lo que los convierte en potenciales adictos.
En este sentido, la consecuencia emocional de la ludopatía no es menor. “Las personas, sobre todo los jóvenes, enfrentan aislamiento, dejan de hacer sus actividades normales, pierden amigos, se alejan de la familia. Empiezan a generar problemas de control de impulso y sintomatología ansiosa o depresiva”, aseguró Lara.
Colegios bajo presión: prevención, pero sin mayor herramientas
La creciente presencia de apuestas entre escolares, incluso dentro de establecimientos educativos, plantea un desafío directo para la comunidad educativa.
Desde el Ministerio de Educación admitieron que, si bien no existen cifras oficiales sobre casos reportados, la prevención debe ocupar un eje central.
“La educación debe cumplir un rol clave en la prevención de conductas riesgosas para la salud y calidad de vida”, señalaron desde la cartera, recordando que las bases curriculares incluyen aprendizajes sobre autocuidado, bienestar y uso seguro de tecnologías digitales a lo largo de la trayectoria escolar.
En este contexto, aseguraron que asignaturas como Orientación y Tecnología permiten abordar estos temas, mientras que el plan de Ciudadanía Digital, impulsado junto a la Secretaría General de Gobierno, entrega herramientas para comprender riesgos, privacidad y huella digital.
“Los recursos están disponibles para estudiantes, docentes y familias”, indicaron desde el Mineduc, aunque reconocieron que la rapidez del fenómeno exige reforzar las capacidades preventivas sobre la marcha.
Desde la psicología, sin embargo, el diagnóstico es más crítico. “Los colegios deberían implementar bloqueos de apuestas en línea", planteó Fischer, quien mencionó, a modo de ejemplo, modelos como Uruguay, donde las plataformas autorizadas utilizan verificación biométrica para evitar el acceso de menores.
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