La historia del vuelo que vio el regreso del Apolo 11 a la Tierra

Un vuelo de un Boeing 707 operado por Qantas fue testigo del regreso de la exitosa misión del Apollo 11 a la Tierra.

Cuando el vuelo QF596 de la aerolínea australiana Qantas, que iba desde Brisbane hacia San Francisco, tomó altura el 24 de julio de 1969, llegó dos horas tarde. A propósito.

Y es que mientras el Boeing 707 volaba por sobre el océano Pacífico, el capitán Frank Brown exploraba el cielo estrellado que lo rodeaba.

Durante semanas, el Capitán Brown revisó y verificó la trayectoria de vuelo para que él y sus pasajeros pudieran ser parte de la historia.

Él y todos los demás a bordo del avión serían los primeros en presenciar el regreso del Apollo 11 después del primer aterrizaje en la luna.

El 707 volaría unos 450 kilómetros en paralelo a la trayecto de reentrada de Apollo 11, dando a todos a bordo un asiento en primera fila para ver a la nave entrar en la atmósfera de la Tierra.

En primera clase, los pasajeros cenaron un menú de “Ostras en Cápsulas en el Mar de la Tranquilidad”, seguido por una “Langosta Lunar Grillada” con salsa Collins, “Lomo de cordero Aldrin” con salsa chapuzón o quizás “Duckling a l’Armstrong”.

Sin duda, fue un paso adelante con respecto a las comidas liofilizadas consumidas por la tripulación de Apollo 11.

A cada pasajero se le otorgó un certificado conmemorativo. Entre los que estaban a bordo, se encontraba Trevor Hiscock, de 12 años, quien dijo en ese momento:

“Mis ojos se sentían tan grandes como las ventanas por las que miraba. De repente, una bola verde y otra roja (similar a la apariencia de una bengala) se acercaron y descendieron gradualmente… se alejaron de los vectores, no bruscamente, desde un curso paralelo al de nosotros”.

La serie de luces brillantes fueron visibles durante unos tres minutos antes de que desaparecieran en el horizonte. Mientras tanto, para una audiencia de radio a nivel mundial, el Capitán Brown describió haber visto dos luces separadas cuando se rompió el módulo de servicio y el módulo de comando siguió cayendo constantemente a la Tierra, siendo ésta la primera confirmación visual de que los astronautas habían regresado.

En 2011, más de 42 años después, Neil Armstrong se sentó en el asiento izquierdo del simulador del Qantas A380 en Sidney para experimentar la tecnología de vuelo por cable que él inició como piloto de pruebas y astronauta.

Aun a la edad de 81 años, Armstrong manejó los controles con una facilidad instintiva mientras completaba un vuelo virtual, posiblemente por última vez antes de que falleciera al año siguiente.


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