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Regímenes A y B del APV: Mismo ahorro, distintos beneficios

Ambos regímenes entregan beneficios tributarios diferenciados para complementar las pensiones futuras. Especialistas detallan sus principales diferencias y explican a quién resulta más conveniente cada alternativa.
Regímenes A y B del Ahorro Previsional Voluntario (APV)

El Ahorro Previsional Voluntario (APV) se ha consolidado como una de las principales herramientas para complementar las pensiones, en un escenario donde las jubilaciones continúan siendo una preocupación para los chilenos.

Este mecanismo opera como una alternativa flexible, ya que permite ajustar los aportes adicionales a las cotizaciones obligatorias de acuerdo con la capacidad financiera de cada persona. Sin embargo, su uso no siempre responde a una planificación previsional rigurosa.

“El Ahorro Previsional Voluntario (APV) es una herramienta que permite a las personas realizar aportes adicionales a su ahorro previsional, con el objetivo de complementar su futura pensión, ofreciendo además incentivos tributarios y distintas alternativas de inversión”, explicó Sergio Tricio, CEO de Patrimore, en conversación con Chócale.

De esta manera, los recursos pueden canalizarse a través de distintos instrumentos financieros, administrados por AFP, bancos, aseguradoras y administradoras de fondos mutuos.

Regímenes del APV: Mismo ahorro, distintos incentivos

La principal diferencia entre el APV A y el APV B radica en la forma en que el ahorrante accede al beneficio tributario.

En el régimen A, este incentivo se materializa a través de una bonificación estatal directa que se incorpora al ahorro previsional. “En el régimen A, el Estado entrega una bonificación equivalente al 15% de lo ahorrado durante el año, la que se deposita directamente en la cuenta APV, con un tope anual de 6 UTM”, señaló Nicolás Román, académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de los Andes.

Manos adulto mayor.
Foto: Archivo Chócale

“Este régimen suele ser más conveniente para personas con rentas bajas o medias, donde la rebaja de impuestos por la vía del régimen B sería menor”, agregó.

El régimen B, en tanto, opera mediante el sistema impositivo y permite disminuir la carga tributaria del contribuyente. “El régimen B permite rebajar el monto ahorrado de la base imponible del impuesto a la renta, con un límite anual de depósitos de 600 UF”, detalló Román.

"Permite rebajar los aportes del Global Complementario, favoreciendo sobre todo a contribuyentes con ingresos altos, que superan tramos de 23% de impuesto”, agregó Tricio.

Más allá de la diferencia entre ambos esquemas, los especialistas coinciden en la importancia de mantener el APV con una mirada de largo plazo.

"En ambos casos, para no perder estos beneficios, es clave evitar los retiros anticipados y usar el APV como un instrumento de largo plazo”, enfatizó Román, recordando que los retiros previos a la jubilación pueden implicar la restitución de los beneficios tributarios obtenidos.

En esa línea, Tricio reflexionó sobre el uso del instrumento. “Si bien se ha vuelto cada vez más relevante, su crecimiento no necesariamente refleja una mayor conciencia sobre la importancia de mejorar las pensiones”, advirtió. “Más bien, responde a que muchos chilenos lo ven como una forma eficiente de optimizar su carga tributaria y aprovechar beneficios fiscales, antes que como una estrategia realmente planificada para elevar su jubilación en el largo plazo”.

¿Desde cuándo tiene sentido ahorrar en APV?

Uno de los mitos más extendidos es que el APV solo resulta conveniente para quienes están próximos a jubilar. Para Román, esta percepción es equivocada. “Uno de los errores más comunes es creer que se es demasiado joven para comenzar a ahorrar para la pensión”, afirmó.

En este sentido, el académico sostuvo que “tiene sentido considerarlo desde edades tempranas, siempre que exista una capacidad de ahorro clara y no se requiera liquidez en el corto plazo”. De lo contrario, advirtió que “otros instrumentos distintos del APV pueden resultar más adecuados”.

Tricio coincidió en que este instrumento no debe limitarse a las etapas finales de la vida laboral. “El APV no es solo para quienes están cerca de jubilar”, señaló. “Mientras antes se comience, mayor es el impacto, porque las rentabilidades se acumulan en el tiempo y el interés compuesto potencia significativamente el ahorro”, añadió.

A su juicio, la clave está en entender el APV como una herramienta previsional de largo plazo y elegir correctamente entre el régimen A o B según el nivel de ingresos y el horizonte de ahorro de cada persona.

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