El Consejo de la Unión Europea dio un paso clave en la modernización del sistema de pagos al acordar su posición para negociar dos regulaciones centrales: la creación de un euro digital y el fortalecimiento del estatus del efectivo como medio de pago de curso legal.
La decisión apunta a preparar a la zona euro para un escenario donde los pagos digitales ganan terreno, sin dejar atrás el dinero físico.
La iniciativa busca reforzar la autonomía estratégica de Europa en un contexto donde las tarjetas, billeteras digitales y grandes plataformas privadas concentran cada vez más protagonismo. Con estas reglas, la UE quiere asegurar que el dinero público —en formato digital y físico— siga siendo el pilar del sistema de pagos.
Stephanie Lose, ministra de Asuntos Económicos de Dinamarca, destacó la relevancia del proyecto al señalar que “el euro digital es un paso importante hacia un sistema de pagos europeo más sólido y competitivo, y puede contribuir a la autonomía estratégica y a la seguridad económica de Europa, así como a fortalecer el rol internacional del euro”.
En la misma línea, Morten Bødskov, ministro danés de Industria, Empresas y Asuntos Financieros, subrayó el trasfondo político y económico de la propuesta. “La autonomía estratégica de Europa debe fortalecerse, incluido el sector de los pagos. La propuesta de un euro digital apunta específicamente a reforzar la resiliencia de la infraestructura de pagos en la zona euro”, sostuvo.
Según el diseño planteado, el euro digital funcionará como un complemento del efectivo y estará disponible para personas y empresas en toda la zona euro. Permitirá pagos tanto en línea como fuera de línea, incluso sin conexión a internet, y ofrecerá un alto grado de privacidad. Además, convivirá con medios de pago privados, como tarjetas y aplicaciones, sin reemplazarlos.
Para evitar riesgos a la estabilidad financiera, el texto establece límites a la cantidad de euros digitales que cada persona podrá mantener en cuentas o billeteras. El Banco Central Europeo fijará esos topes, dentro de un techo general definido por el Consejo y sujeto a revisión periódica.
El marco regulatorio también prohíbe que los proveedores de servicios de pago cobren a los usuarios por funciones básicas del euro digital, como abrir o cerrar cuentas o realizar pagos. Solo los servicios adicionales podrán tener costos asociados. En paralelo, se establecen reglas para garantizar un acceso justo a la tecnología de los dispositivos móviles y un sistema de comisiones acotadas durante al menos cinco años.
Junto con el impulso al euro digital, el Consejo reforzó el rol del efectivo. La propuesta busca, en la práctica, impedir que comercios rechacen pagos en efectivo, salvo excepciones como ventas a distancia o puntos de venta no atendidos. Los Estados miembros deberán monitorear el acceso al efectivo y contar con planes de contingencia ante fallas masivas de los sistemas electrónicos.
Con esta definición, el Consejo iniciará las negociaciones con el Parlamento Europeo. Si el proceso avanza según lo previsto, el BCE tendrá la última palabra sobre su emisión, con la mirada puesta en que el euro digital pueda operar hacia 2029.